26 de enero de 2025

Provinciales 25/01/2025

A 28 años | La historia detrás del asesinato de José Luis Cabezas

La zona liberada, los cambios de planes y las sospechas de los vecinos

La liberación de la zona fue el hecho determinante para que se pudiera cometer el homicidio del reportero gráfico. La banda de "Los Horneros" merodeó la noche previa las inmediaciones de la residencia de Oscar Andreani, donde el empresario celebró su cumpleaños junto a 200 invitados, entre los cuales estaba el fotógrafo. Cómo fue el plan del que según la justicia participó el propio Alfredo Yabrán, autor de la frase: "Sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente"

Por Ángel Chollet | Infobae

La torpeza e ineptitud de sus asesinos pudieron haber evitado el crimen despiadado del reportero gráfico de la revista Noticias José Luis Cabezas. Pero hubo "luz verde" o "zona liberada" para ejecutarlo la trágica madrugada del 25 de enero de 1997, por eso la banda de lúmpenes que lo mató pudo lograr su objetivo, de lo contrario hubiese resultado imposible.

Eran tan marginales pero impunes a la vez que cometieron todo tipo de errores durante el plan criminal. Sus integrantes, luego bautizados como "Los Horneros" porque provenían de la zona de Los Hornos, perteneciente al partido de La Plata, José Luis Auge, Héctor Miguel Retana, Sergio Gustavo González y Horacio Braga, merodearon la noche previa el chalet del empresario postal Oscar Andreani ubicado en Priamo y Burriquetas, donde se celebraba, con gran despliegue de invitados y un súper festejo programado desde hacía tiempo, su cumpleaños número 54, que se denominó "La gran fiesta del año del Capitán".

Allí todo era alegría cuando el dueño de casa apareció vestido de Capitán del Old Sailor Shipping Cruises invitando a todos a un viaje imaginario a orillas del mar. Entre los doscientos asistentes estuvieron nada menos que el entonces presidente del Cámara de Diputados bonaerense e híper duhaldista Osvaldo Mércuri, y el intendente de Pinamar, Blas Altieri.

A Cabezas lo unía una relación de amistad con Andreani, por eso el fotógrafo llegó esa noche con un regalo que tenía que ver con la temática de la celebración: una remera azul y blanca a rayas. Como cada verano, el evento convocó al resto de periodistas y fotógrafos de varios medios que cubrían la temporada en el balneario.

Pero la algarabía que se vivía puertas adentro contrastaba severamente con lo que estaba sucediendo afuera en las inmediaciones del chalet. Mientras la buena comida y bebida circulaba entre los invitados y la música sonaba fuerte, en la calle los vecinos advirtieron movimientos extraños de varias personas totalmente desconocidas, ajenas al lugar.

Asustados por tener la clara sensación de estar en peligro dieron aviso inmediato a la custodia del empresario y llamaron para dar el alerta a la comisaría ubicada en la avenida Bunge, cuyo máximo responsable era Alberto "La Liebre" Gómez. La suerte estaba echada porque la policía nunca llegó ya que la zona se había liberado. Esta conclusión a la que se llegó no surgió de una especulación periodística ni de una charla de café. En la investigación, la instrucción y el juicio oral se demostró que había luz verde para que cometieran el hecho.

Los delincuentes se percataron de los reclamos de los habitantes del barrio al personal de seguridad de Andreani y entonces decidieron retirarse de la zona después que pasó un buen tiempo, el suficiente para que la policía llegara si se lo hubiese propuesto, claro. El cambio de planes provocó que resolvieran esperarlo al acecho en la puerta de la casa de la calle Rivadavia en el centro de Pinamar, donde residía junto a su mujer, María Cristina Robledo, con quien había tenido a Candela, de tan solo cinco meses, y dos hijos de su anterior pareja, Agustina y Juan.

También fue una rareza que dentro de la fiesta nadie se enterara de lo que había sucedido afuera. Lo que hubiera servido para interrumpir la celebración, y además dar nuevo aviso a la comisaría y que los periodistas presentes reflejaran la situación de inseguridad y peligro en sus respectivos medios.

El redactor de Noticias, Gabriel Michi, compañero de José Luis se retiró de la fiesta a eso de las 4 de la mañana porque en pocas horas llegaba un grupo de amigos ya que el 26 era su cumpleaños. Como lo alcanzó el fotógrafo Carlos Alfano de la revista Para Ti, Michi le dejó el Ford Fiesta que usaban durante la cobertura a Cabezas, para que volviera a su domicilio, lo que ocurrió más allá de las cinco de la mañana.

Mientras tanto la banda de "Los Horneros" y el oficial de policía Gustavo Prellezo, quien hasta hace unos meses había sido subjefe de la comisaría de Pinamar, aguardaban pacientes la llegada del fotógrafo dentro del Fiat uno de su propiedad. Cuando Cabezas bajó de su coche, González lo tomó del cuello por la espalda y Braga lo apuntó con un arma hasta cargarlo en su propio auto. Por su parte, Prellezo, Retana y Auge viajaban en el Fiat marcando la ruta, dieciséis kilómetros de horror hasta llegar a La Cava de General Madariaga donde el mencionado Prellezo lo asesinó de dos disparos en la nuca, tal como se demostró en el juicio en el que fueron condenados.

En el debate oral también salió a la luz que Alfredo Yabrán -a quien Cabezas había fotografiado en exclusiva la temporada anterior caminando por la playa junto a su esposa, María Cristina Pérez- había ordenado a su jefe de seguridad, Gregorio Ríos, que quería pasar un verano tranquilo, "no como el pasado". Le dijo que eso lo arreglara con Prellezo, con quien él mismo se había reunido con anterioridad. Estas y otras precisiones se lograron gracias a la utilización del debutante Sistema Excalibur de entrecruzamiento de llamadas que permitió demostrar un gran número de comunicaciones entre todos los involucrados.

Gustavo Prellezo recibió el pedido, el tema fue que, para cumplirlo, reclutó mano de obra barata para "bajar los gastos" y su avaricia fue lo que lo terminó condenando. Fueron tan crueles que además de los dos disparos con que lo mataron, lo esposaron y lo prendieron fuego dentro del coche.

Las situaciones sorprendentes se siguieron repitiendo ese día trágico. Como cuando Eduardo Duhalde, a una hora del hallazgo del auto incendiado en La Cava pasó con su camioneta por la zona para ir a pescar a la Laguna Salada Grande. Al advertir presencia policial preguntó qué estaba sucediendo y recibió como respuesta que se encontraban allí porque se había recibido un alerta por un auto quemado cuando todavía no se había determinado que adentro había un cuerpo calcinado.

Finalmente todos fueron condenados excepto Alfredo Yabrán, que se suicidó el 20 de mayo de 1998 con un tiro de escopeta en la boca en su estancia de San Ignacio, muy cerca del poblado de San Antonio en su Entre Ríos natal, luego de huir al ordenarse su captura. La sentencia a reclusión perpetua por ser policías, hecho que agrava la pena, recayó en Gustavo Prellezo como ejecutor de los disparos, Sergio Camaratta (fallecido), Aníbal Luna y el comisario de Pinamar Alberto "La Liebre" Gómez por liberar la zona para facilitar que se concretara el homicidio.

Además recibieron prisión perpetua el jefe de custodia de Alfredo Yabrán, Gregorio Ríos, y los cuatro integrantes de la banda de "Los Horneros", José Luis Auge, Héctor Miguel Retana (fallecido en prisión), Sergio Gustavo González y Horacio Braga. En la causa resultó fundamental la declaración de la ex policía Silvia Belawsky, ex esposa de Prellezo, quien aseguró que él trabajaba para Alfredo Yabrán desde 1995 y que asesinó a Cabezas porque el empresario postal se molestaba por las fotos y persecuciones que el reportero realizaba en el verano. De todos los sentenciados, quienes no murieron ya hace años gozan de libertad.

Párrafo aparte para "La Liebre" Gómez, comisario de Pinamar. Ya que Cabezas mantenía con él una correcta relación, amistosa podría decirse, producto de tratarlo como casi a todos los enviados de los medios cada temporada desde hacía varios años durante las coberturas periodísticas. El detalle que quedó en la memoria de muchos de ellos fue que dicho verano trágico, José Luis llegó a comentar a sus colegas que le había llamado la atención que Gómez le preguntara cómo estaba su pequeña hija Candela, fruto de la relación con María Cristina Robledo. Esas palabras vaya a saber por qué no le cayeron bien y lo contaba a menudo.

El comisario siempre afirmó que era inocente. Lo sostuvo en el juicio ante el tribunal integrado por los magistrados Jorge Dupuy, Susana Yaltone y Carlos Eyeherabide. Allí declaró que el día previo al asesinato dejó la comisaría antes de la medianoche para cenar con funcionarios de la Secretaría de Adicciones de la provincia de Buenos Aires. Y remarcó que en su puesto quedó el subcomisario de apellido Acotto hasta que regresó dos horas después, consultó si había novedades, le dijeron que no y se fue a su casa, ubicada en la parte trasera de la dependencia policial.

Agregó que al día siguiente muy temprano asistió a una reunión en la Unidad Regional de Dolores, donde recién supo del crimen cuando el comisario de General Madariaga Mario Aragón recibió el aviso porque la cava donde ejecutaron al reportero gráfico pertenecía a esa jurisdicción. Evitó hablar de José Luis como ser humano, apenas lo definió como "una muy buena persona que ayudaba a mi hijo a aprender fotografía".

Más allá de sus excusas que el tribunal no creyó, terminó sentenciado el 23 de diciembre de 2002 a prisión perpetua acusado de los delitos de "sustracción de persona, agravada por la muerte de la víctima, en concurso ideal con homicidio simple e incumplimiento de los deberes de funcionario público". Léase liberar la zona para que se pudiera cometer el delito.

No fue todo. En el expediente un trabajador de nombre Omar Pareda, que cuidaba una vivienda que el ex comisario Gómez tenía en General Belgrano, declaró que su patrón recibía la visita no solo del propio Gregorio Ríos, jefe de custodia de Yabrán, sino también de su hermano Jorge y de Coco Mouriño, fiel ladero del magnate. Por eso los jueces pusieron aún más la lupa sobre "La Liebre", sospechando que su responsabilidad iba más allá que liberar la zona para que se ejecutara el hecho.

"Yo lamenté más que nadie la muerte de ese muchacho", le dijo "La Liebre" -apodado así por su velocidad, en particular cuando estaba en funciones-, al periodista de la revista Noticias Juan Gónzález cuando lo entrevistó frente al portón de su casa de Valeria del Mar en 2017.

Hoy a los 79 años, Gómez sigue viviendo allí, en familia, con sus hijos y nietos. Que haya liberado la zona como resolvió la justicia fue el factor clave para que se pudiera matar a Cabezas. De lo contrario, José Luis estaría entre nosotros, presente, ahora y siempre.

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